¿Qué hora es?

Autor(a): Edgardo Sibajaraya


Estaba desesperada por saber la hora, la fecha la suponía. Intentaba hablar, poder preguntarle a su madre, pero no podía mover su boca; en realidad, no podía mover nada, estaba encerrada en su cuerpo. Intentar abrir los ojos ya se había vuelto inútil. Esos primeros días fueron una pesadilla: acostumbrarse a de pronto ya no poder mover ni un puto dedo, la impotencia de no alcanzar ni a parpadear, dialogar solo con ella misma, no conseguir responder a los llantos de su madre, a esos malditos ruegos que le rompían el corazón y ni siquiera permitirse derramar ni una sola lágrima. Por dentro poder gritar “¡Ma, estoy bien!”, pero por dentro nada más; fue duro acostumbrarse. “¿Qué hora es?, ¿qué hora es?”, se preguntaba frenéticamente sin que nadie le respondiera, necesitaba una noción del tiempo, su estrés. Su vida había sido relativamente fácil, en general todos los escalones que alguna vez definió el aburrido de Maslow estaban en orden y correctamente apilados. Ella se encargó de eso trabajando fuertemente en cada área; cada maldito escalón lo había logrado llevar de la mejor forma. Su vida era muy buena y no gracias a nadie, solo gracias a ella. Y todo para que por un detalle, tal vez varios, todo se fuera a la mierda. “¡Ma, decime la hora!, ¿qué puta hora es?”. Casi lloraba rogando en sus adentros. Desde pequeña tuvo una obsesión con el tiempo, los relojes y calendarios; no podía, simplemente, no podía no saber dónde temporalmente estaba. Y ahora con los ojos cerrados y las manos inmóviles era todo un martirio. Su cabeza, irónicamente inquieta, intentaba escuchar algo, un detalle, una sensación, algún hijueputa de su misma sala que se muriera y que el doctor dijera: “hora de defunción...” mientras apuntaba en su libreta, como en las películas. No era mucho pedir. Intentó relajarse por un momento, hasta que la duda la atacó de nuevo: “¿Será que ya no vendrá?, ¿le habrá pasado algo?, es todo tarde, ¿qué hora es, ma, por favor?”. De repente escuchó cómo ella por fin entraba en la sala: —Buenas tardes —saludó a la madre de la paciente, su pareja de años. Algo le dijo a la señora, que aún no se acostumbraba a llamarla “suegra” en público, y ella se retiró de la sala dejándola sola. Se acercó a la camilla y no pudo evitar dos lágrimas que escaparon desesperadas. —Son las 3:45 de la tarde, hoy es 8 de octubre y seguís estando hermosa. Ella se relajó, rió en sus adentros, deseaba mostrarle una sonrisa, deseaba que ella la viera. Era cruel negarle aquel gusto que tanto disfrutaba. —Hoy es el turno del “Gigante egoísta”. Empezó así ella a narrarle aquella maravillosa historia, magistralmente escrita por un genio. Podía casi sentir la nieve, el frío, podía ver las flores y los doce árboles, que a su antojo, acomodó en un círculo simulando un reloj. Podía ver todo, podía oler, pero nada comparado a aquel beso y abrazo, que sintió como si ahí mismo se los hubieran dado. Terminó de contar la historia y lloró en silencio. Después de unos minutos se despidió. —Despertate, gigante egoísta —le dijo justo antes de irse, darle un beso en la frente y un remedo de abrazo—. Son las 5:05 de la tarde, hasta mañana. Esa tarde ella lloró en sus adentros desconsoladamente, y en la noche se entregó a morir. El doctor que la atendía apuntó la hora en su libreta, pero nunca la dijo.

Sobre este cuento

Título: ¿Qué hora es?.

Autor(a): Edgardo Sibajaraya.

Estilo(s): Drama. *

Estilo narrativo: Primera persona. *

Personajes: . *

Ambiente: Habitación de hospital, contexto contemporáneo. *

Sinopsis: Una mujer atrapada en su propio cuerpo lucha desesperadamente por tener una noción del tiempo mientras su pareja le brinda consuelo. *

Tema principal: Desesperación y amor. *

Punto de giro: La narradora se relaja cuando su pareja le dice la hora y le narra una historia, pero luego se entrega a morir.. *

Mensaje o moraleja: El amor y la conexión emocional pueden brindar consuelo en momentos de desesperación y angustia.. *

Sentimientos: angustia desesperación amor

* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.


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