Un ciclo más
Autor(a): Edgardo Sibajaraya
Me encantaba cuando me evaporaba a mediados de marzo y colgaba del borde de una nube; desde arriba, Santa Ana se empieza a llenar de puntos amarillos y rosados de los robles sabana y los corteza amarilla floreados, un poco por acá y otro por allá. El zacate seco por el fuerte verano empieza a mancharse de verde con la lluvia de las guarias, y aquello se vuelve un paisaje hermoso que musicalizan las chicharras, que al fin conseguían salir de la tierra. En una planicie cerca de algún cerro de Salitral, sobre un tapete, descansaban un hombre y una mujer. Hablaban de vez en cuando; él parecía arrepentido y ella no quería dejarse convencer, esta vez no. Escapando de la realidad, jugaban a encontrar figuras en las nubes: ella un perro, él un tiburón; ella una jirafa, él un oso de peluche; ella la libertad, él de carcelero. Yo conocía toda la rutina; desde acá arriba la había podido ver muchas veces, pero aquel día era diferente. Ella parecía decidida y él no estaba dispuesto a negociar. La nube a la que pertenecía se movió un poco hacia ellos de manera que pudiera hacerles sombra. El viento se detuvo y la presión anunciaba que podíamos caer en cualquier momento. Fue entonces cuando me posé justo encima de ella; parecía que algo estaba a punto de suceder. Un ciclo llegando a su final, como todo, cíclico, como yo, ahora gota, a veces charco y otras río. Él se hincó frente a ella; ella se sentó de cuclillas y, respirando profundo, escuchó todo lo que aquel arrepentido hombre tuvo que decir. No le creyó ni una palabra; había escuchado ese discurso unas tres veces. Terminó él y ella quedó en silencio por casi un minuto. Respiró profundo nuevamente y, en medio de una risa casi imperceptible, le dijo que ya era suficiente y una lágrima se asomó por el rabillo de su ojo. Ella se veía feliz y yo también lo estaba. Entonces me dejé caer desde mi nube hasta la cara de ella y me uní a su lágrima para deslizarme por su mejilla hasta terminar en la comisura de su boca. Rápidamente, con la punta de su lengua, nos metió en su boca y ahí disfrutamos de auténtica felicidad. De pronto, desde dentro, comenzó a brotar sangre y, en el segundo siguiente, en un tosido, estábamos fuera de ella siendo parte de una enorme mancha roja. El tipo limpió su puñal y se retiró. Ese día, junto a su lágrima, nos hundimos en la tierra y fuimos alimento de alguna planta que al día siguiente floreció, y empezamos un nuevo ciclo, uno más. Le enseñé a ser nube y le expliqué cómo vivir en este mundo, aceptando el dolor y la desesperanza. A los pocos días, me volví a evaporar, me colgué de una nube y eché un vistazo al paisaje. Todo seguía igual, pero ya no había puntos de colores; todo era gris. En lugar de chicharras, se escuchaba un llanto ahogado, y en el sitio donde encontraron el cuerpo, el tipo, junto a la familia, erguía una cruz para recordarla siempre. Él intentó llorar, pero de sus ojos no salió ni una lágrima. Le pedí a todas las gotas que cayéramos y terminamos de borrar aquella mancha que ahora era negruzca. Así lo hicimos en un aguacero que obligó a todos a huir a sus casas. “Extraño un aguacero en marzo”, decían. Un ciclo más empezaba.
Sobre este cuento
Título: Un ciclo más.
Autor(a): Edgardo Sibajaraya.
Estilo(s): Realismo Mágico. *
Estilo narrativo: Primera persona (perspectiva de una gota de agua). *
Personajes: . *
Ambiente: Santa Ana, cerros de Salitral, ambiente natural y estacional. *
Sinopsis: Una gota de agua observa los ciclos de la naturaleza y la vida humana desde su perspectiva única, siendo testigo de un trágico final. *
Tema principal: Ciclos de la vida y la muerte. *
Punto de giro: El hombre mata a la mujer después de que ella lo rechaza, y la gota de agua se une a su lágrima y sangre, volviendo al ciclo natural.. *
Mensaje o moraleja: La vida y la muerte son ciclos inevitables, y la naturaleza sigue su curso sin detenerse ante la tragedia humana.. *
Sentimientos: tristeza melancolía aceptación
* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.
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