El pasado se tilda
Autor(a): Edgardo Sibajaraya
Cuando iba saliendo de aquel lugar que amaba, arrancó, como siempre, una hoja del gran árbol de limón, la dobló y la olió profundamente. Se despidió de su amigo con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, prometiendo regresar la semana próxima. Conocía a Jorge desde el kinder, ambos hijos únicos y desde entonces inseparables. Ahora que empezaban a conocer la adultez, se reunían todos los sábados en la casa de él, tomaban café, fumaban, hablaban y se acompañaban en cada una de sus aventuras y desventuras. Se amaban, pero de ese amor puro, inocente, casi familiar. Liz tenía algún tiempo, más mucho que poco, de que mientras se devolvía a su casa, su mente empezaba a mostrarle historias de una manera muy vívida. Era casi como soñar despierta mientras veía por la ventana del bus regresando a su casa. Puriscal se empezaba a parecer a Escazú. Pedía la parada, caminaba a su casa, esquivaba los comentarios prejuiciosos de su madre y se encerraba en el cuarto a escribir. Eran cuentos hermosos, narrados de manera exquisita. Cada línea estaba en el lugar indicado y comunicaba exactamente lo que ella quería contar, una descripción detallada justo en los puntos importantes. Una lágrima la hizo guiñar su ojo izquierdo. Tenía ya una colección hermosa de 33 cuentos, moría de ganas de mostrársela a alguien y, por supuesto, Jorge era la primera opción. Sin embargo, había dos problemas: Jorge era un lector muy culto y constante, darle un texto a leer podría generar una crítica fuerte; y la madre de Jorge era escritora de letra hermosa y sincera, que pasó desapercibida en un país donde la literatura es de algunos privilegiados. Tenía dos bardas muy altas que saltar, o bueno, eso sentía. Aun con esto, sabía que el día de mostrarle sus textos era inminente. El domingo terminó el cuento 34, lloró mientras ponía el punto final a aquella historia y decidió que era el momento de compartir. Sin pensarlo mucho, unió todos los textos en un solo documento y se lo envió a Jorge. "El pasado se tilda" le puso de título. Jorge leyó el título y rió; fue el primer consejo que le dio su madre cuando empezó a escribir. Abrió el documento y leyó una a una las historias. Eran hermosas, abrumadoras, cálidas, crueles, nostálgicas, memorables; eran casi familiares. Terminó de leerlas, se limpió la lágrima de su ojo izquierdo y escribió a su amiga una descarga de elogios y cuestionamientos positivos sobre su nueva faceta de escritora. Liz: El sábado le cuento todo!!! Jorge: ¡El sábado me cuenta todo!* Liz: Siempre tan simpático... Sí, el sábado siguiente tuvieron una de las mejores conversaciones de su historia. Comentaron cada cuento y encontraron toda clase de curiosidades, defectos y aciertos que, discutiéndolos, perdieron la noción del tiempo. Era ya de noche cuando Liz decidió irse. Se despidieron con un abrazo y un beso en la mejilla. — ¿No importa si molesto a doña Mari? —le preguntó mientras le arrancaba una hoja al limonero que habían sembrado hacía 13 años, junto con las cenizas de su madre. — Le va a jalar las patas en la noche —le respondió Jorge riendo. —Tal vez me cuente un cuento — sonrió.
Sobre este cuento
Título: El pasado se tilda.
Autor(a): Edgardo Sibajaraya.
Estilo(s): Drama. *
Estilo narrativo: Tercera persona. *
Personajes: . *
Ambiente: Puriscal, Escazú, casa de Jorge. *
Sinopsis: Liz, tras años de escribir cuentos, decide compartir su colección con su amigo Jorge, enfrentando sus miedos y recibiendo una cálida respuesta. *
Tema principal: Amistad y autodescubrimiento. *
Punto de giro: Liz finalmente comparte sus cuentos con Jorge, quien los recibe con elogios y apoyo, y juntos comentan las historias.. *
Mensaje o moraleja: Compartir tus pasiones y vulnerabilidades con amigos cercanos puede fortalecer la relación y llevar a un crecimiento personal significativo.. *
Sentimientos: nostalgia valentía amor
* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.
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