Hogar

Autor(a): Edgardo Sibajaraya


Las noches de diciembre, por lo general, son frías, pero esa en específico sentía un frío diferente. Era un frío que me venía de adentro hacia afuera, algo extraño pero, como todo lo que sentimos, al cabo de un rato me pareció normal. Ignoraba que había empezado a morir. Caminaba, flotaba o me arrastraba, no sé, de oeste a este por la calle que deja ver el costado sur de la iglesia de Escazú, cuando en la siguiente cuadra una ventana me dejó asomarme al interior de una casa ajena. Recuerdo que en todo aquello que había sentido ese día, mi cerebro o lo que quedaba de él hizo una pausa y se concentró en aquella escena. Una abuela, una madre y una niña, sentadas frente al televisor, cada una aferrada fuertemente a su taza de café, daban un sorbo casi en sincronía y de vez en cuando comentaban algo entre ellas. Eran familia pura, cálida y primitiva, sentada alrededor de una hoguera moderna. A la sensación del frío interno se le sumó un hueco en mi centro, eso que se siente justo antes de empezar a llorar. Yo no lloré; suena falso pero juro que es cierto, en mi vida había llorado tanto que ya no tenía lágrimas. No es que sea doctor, ni biólogo, no, yo soy abogado, pero estoy seguro de que los lagrimales tienen un límite y yo ya lo había alcanzado. No sé qué pasó después. Parpadeé, escuché una ambulancia, parpadeé, un paramédico decía que mi pierna estaba podrida, intenté parpadear. De pronto, estaba sentado en la sala de mi casa: Luci, la pequeña Dunia y yo, sentados frente al televisor. Me sentí seguro, caliente, amado, como antes, como justo antes de aquel accidente. Tenía mucho tiempo sin sentir ganas de seguir vivo y justo ahí entendí que estaba muriendo. Parpadeé, estaba en un hospital con una lámpara gigante en mi cara. La doctora me preguntaba algo sobre mi pierna. Yo intentaba parpadear con fuerza y regresar a aquella sala, sentí que me desvanecía y me llené de emoción. Desperté en el carro, un segundo antes del accidente. Mi corazón empezó a latir con mucha velocidad, volví a ver a Luci a mi derecha, le sonreí y justo en ese instante la enorme vagoneta sin control nos impactó de frente. Pude sentir el golpe, como mi cuerpo se comprimía, fundiéndose con la carrocería, y morí junto a ellas, como siempre debió ser, en familia, sin recuerdos, ni culpa, sin voces, sin alcohol, ni heroína. Después todo fue blanco. Tranquilo, era como flotar. Creo que era feliz otra vez. Abrí los ojos de golpe y pude ver a un enfermero que quitaba de mi pecho dos planchas metálicas. Sonreían y celebraban por haberme devuelto a este infierno que tengo por vida. Una gota fría se escurrió del rabillo de mi ojo hasta el interior de mi oreja y descubrí que los lagrimales no se agotan.

Sobre este cuento

Título: Hogar.

Autor(a): Edgardo Sibajaraya.

Estilo(s): Drama. *

Estilo narrativo: Primera persona. *

Personajes: . *

Ambiente: Calle en Escazú, hospital, casa familiar, escena del accidente. *

Sinopsis: Un hombre moribundo revive recuerdos de su familia mientras lucha entre la vida y la muerte, sintiendo una mezcla de dolor y consuelo. *

Tema principal: Muerte y nostalgia. *

Punto de giro: El narrador se encuentra al borde de la muerte, revive su accidente y la vida con su familia, y es revivido en el hospital, enfrentando su dolor nuevamente.. *

Mensaje o moraleja: La nostalgia por un pasado feliz puede ofrecer consuelo, pero también puede intensificar el dolor en momentos de crisis.. *

Sentimientos: tristeza anhelo resignación

* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.


Cuentos que comparten esos sentimientos

Ellos creen
Un hombre, consciente del amor secreto de su novia por otro, decide pedirle matrimonio para intentar mantenerla a su lado
tensión desesperación tristeza Leer el cuento
Ellos
Dos personas lidiando con sus sentimientos mientras se encuentran en relaciones diferentes
desesperación anhelo odio Leer el cuento
En tiempos y espacios distintos
Dos personas, separadas por la distancia y el desamor, intentan superar su orgullo sin éxito
desilusión orgullo resignación Leer el cuento

Comentar

Formulario de comentario

Comentarios

0 comentarios en este cuento