¡Don Quijote era una Gran Hijueputa!
Autor(a): Edgardo Sibajaraya
—Hijo. —Dígame, pa. —¡Don Quijote era un gran hijueputa! —señalaba al cielo con su dedo índice—. Tenía una librería por la casa, ¿se acuerda? —No, cuéntame. —Le voy a contar, pero si me vuelve a hablar de “vos”, se me va de aquí. —Está bien, pa, perdón. Y comenzó su relato. Yo, ahí sentado, lo oía pero no lo escuchaba. Solamente podía pensar en lo que ahora se había convertido mi padre: mi ejemplo, mi tutor. Ya era, nada más, un conjunto de órganos que apenas funcionaban y un cerebro enfermo que al verlo morir fuera más doloroso. Eso que algunos románticos llaman alma ya no existía. Toda su esencia, sus recuerdos, su personalidad, ya no estaban. Ese que se encontraba ahí era mi padre físico, pero el físico y nada más, ¿de qué me sirve tenerlo así? De repente interrumpía mi padre de nuevo; yo ya sabía lo que me iba a decir. —Hijo. —Sí, pa. —¡Don Quijote era una gran hijueputa! Tenía una librería por la casa, ¿se acuerda? —No, cuéntame. —Le voy a contar, pero si me vuelve a hablar de “vos”, se me va de aquí. —Cuénteme. Comenzaba su relato por quinta vez en esta visita. Era triste verlo ahí hablando cosas sin sentido, extrañaba oírlo hablar de sus cuentos y novelas, de lo hecho mierda que estaba el mundo y de que eso no tenía que importarnos para ser feliz. Ya todo eso eran recuerdos, nada más. Esa maldita enfermedad se había llevado todo. Pronto se llevaría también su habilidad de comer, respirar, y lo mataría. Creo que deseaba que eso fuera más pronto que tarde. —Hijo. —Sí, pa. —Le he contado cinco veces la historia del hijueputa de don Quijote y, por estar viéndome morir, no me ha puesto atención. Véame vivir mis últimos días, ¿por qué no disfrutarlos? Me quedé frío. Tenía toda la razón nuevamente, me sentí como el más tacaño y egoísta, deseando que muriera lo más pronto posible cuando aún lo tenía ahí. —Yo sé que estoy hecho mierda y que le da pereza venirme a ver y escucharme. —Usted sabe que eso no es así, pa. —Sí es así, no me corrija ni me interrumpa. Me limpié lo que pronto hubiera sido una lágrima. —Vea, ya va a llorar, y ahora que estoy vivo. Imagínese cuando me muera, que no pueda decirme las cosas. —Ya, pa —le dije con la voz entrecortada. —¿O qué, luego me va a rezar? No comience con esas payasadas que usted sabe que no existen. ¡Yo me muero y ya, eso fue todo! —Pa, ya en serio —le dije sin poder detener cuatro lágrimas que escaparon en fila india. —Lo amo, hijo. —Te amo, pa. —Si no me gusta que me vocee, menos que me tutee. —Lo amo, pa —le dije en medio de una sonrisa bañada en lágrimas. —No trajo a los güilas hoy. —Tenían escuela. —Tráigalos mañana, tengo ganas de contarles un cuento que me anda por la cabeza desde hace días. —¿Quiere que lo escriba también? —Sí, claro. —Pa. —Sí. —Cuénteme la historia del hijueputa de don Quijote. —Ya se la conté cinco veces, salado. Conversamos una hora más, como en los viejos tiempos. Al día siguiente llevé a mis hijos y escribí el cuento. Era hermoso, no apto para niños, pero hermoso. Ese mismo día en la noche, mi padre murió. Lloré, porque es inevitable, pero estaba feliz de que me pude despedir sin un resentimiento. Alguna gente dice que Dios les da la oportunidad a las personas de despedirse; yo no creo en Dios, yo creo que mi padre se despidió de mí, muy a su estilo. No le doy el crédito a ningún dios, se lo doy a él, a su amor por esta locura que llaman vida. Días después, buscando en sus escritos para completar el libro póstumo que tanto quería, encontré una hoja que exhibía como título “¡Don Quijote era un gran hijueputa!”. La leí y se me erizó la piel al ver lo parecida que había sido su predicción a la muerte con la realidad. Firmó de puño y letra al final y abajo una frase que me repitió muchas veces y hasta ahora entendía: “Morir cuerdo, vivir loco”.
Sobre este cuento
Título: ¡Don Quijote era una Gran Hijueputa!.
Autor(a): Edgardo Sibajaraya.
Estilo(s): Realismo. *
Estilo narrativo: Primera persona. *
Personajes: . *
Ambiente: Casa del padre, recuerdos compartidos. *
Sinopsis: Un hijo reflexiona sobre el estado mental de su padre y sus últimos días juntos, mientras escuchan una historia repetida varias veces. *
Tema principal: Amor filial y despedida. *
Punto de giro: El padre, consciente de su deterioro, logra despedirse a su manera, dejando un legado de amor y locura. *
Mensaje o moraleja: El amor y la locura son parte de la vida; la verdadera despedida viene del corazón y no de una divinidad. *
Sentimientos: tristeza nostalgia amor
* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.
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