Salvia rosmarinus

Autor(a): Edgardo Sibajaraya


Estaba sentado en una silla con vista a la montaña que cada año tenía menos verde y más concreto; ella, detrás de mí, suspendía sus manos sobre mis hombros los segundos exactos. Luego, las llevaba a un lado, las sacudía y repetía la rutina. —¿Siente cómo le calienta? —me preguntaba mientras un viento de norte a sur le movía su pelo ya más blanco que gris. —Lo siento —le respondí mientras un calor apenas perceptible se trasladaba de mi hombro derecho al izquierdo. Llevaba dos meses con un dolor insistente en mi espalda alta y, negándome al consumo de fármacos, preferí la medicina alternativa. El sitio estaba rodeado de plantas, algunas colgaban, otras en macetas, algunas más habían logrado el privilegio del contacto directo con mamá tierra. De muchas no sabía los nombres, de otras: salvia rosmarinus. Una silla que había traído del comedor estaba en el centro de un corredor de adoquín de cemento enrojecido a punta de cera y lana. Toqué la puerta y ella gritó "¡Voy!" desde su cocina. Dos segundos después apareció secándose las manos en un paño de cuadros blancos y azules que colgaba de su hombro. Apuré el paso y le di un fuerte abrazo. Olía a recuerdos sencillos y felices, a café y ajo, a calor y magia. Me preguntó cómo me estaba yendo en la vida y le resumí mis últimos tres años en media jarra de café chorreado. Pareció agradarle mi relato, aunque no del todo. Le pregunté cómo había estado todo y me respondió en menos de lo que yo daba un sorbo, con un simple "bien". Ninguno de los dos había sido 100% sincero, lo normal. Comí dos galletas más, hechas por ella, por supuesto, y seguido me llevó a su patio y me hizo sentar. —Respire profundo —me dijo. Y respiré profundo. —Otra vez, pero con los ojos cerrados. Obedecí. —No los abra. Y comenzó su ritual, secreto y público a la vez. Yo me dejaba llevar mientras escuchaba al viento, algunos pájaros y su respiración calmada. Al cabo de unos veinte minutos, todo había acabado. —Listo. El dolor de mis hombros había desaparecido por completo. Antes de irme, caminamos un rato más por su jardín. Le conté que nunca había logrado pegar un romero. Me dio un par de tips y después me contó la historia del pechoamarillo que siempre la visitaba en su cumpleaños y otras cuantas más, algunas ya me las sabía de memoria. Me despedí con un fuerte abrazo y con la promesa de volver más seguido. Nunca voy a saber si el alivio con el que salí de ahí fue consecuencia de la imposición de manos o de quitarme el enorme peso que sentía de posponer por tres años la visita a casa de mi madre.

Sobre este cuento

Título: Salvia rosmarinus.

Autor(a): Edgardo Sibajaraya.

Estilo(s): Drama. *

Estilo narrativo: Primera persona. *

Personajes: . *

Ambiente: Jardín de la madre, casa familiar. *

Sinopsis: Un hombre visita a su madre y experimenta un alivio inesperado durante una sesión de medicina alternativa en su jardín. *

Tema principal: Sanación y reconciliación. *

Punto de giro: El narrador encuentra alivio para su dolor físico y emocional durante una visita a su madre, que incluye una sesión de imposición de manos.. *

Mensaje o moraleja: El verdadero alivio puede venir tanto del cuidado físico como del emocional, y reconectarse con seres queridos puede ser una forma poderosa de sanación.. *

Sentimientos: nostalgia alivio amor

* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.


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