El Bosque de las Ideas Libres

Autor(a): Edgardo Sibajaraya


Salió de su casa temprano ese día. Llevaba en su mochila una botella con agua, en su cabeza un discurso y en el corazón una ilusión. Corría como solamente un niño lo puede hacer. El viento le acariciaba la cara y alcanzaba a mover su corta cabellera. Lo había pensado toda la noche y hoy era el día, hoy la recuperaría. Iba con la frente en alto, con una sonrisa de oreja a oreja y tarareando alguna canción recién inventada. Le dolían las mejillas por intentar dejar de sonreír; al cabo de un rato decidió no evitarlo, al fin de cuentas él era un niño ilusionado y sonriente. Seguro que alguien podría aprender algo de él. Llegó al bosque donde había dejado a su compañera entrañable. Sacó su botella del bolso, dio un sorbo generoso y se percató de que le temblaba la mano; estaba muy emocionado. Sonrió mientras un cosquilleo le recorría la espalda. Hacía ya un tiempo el niño la había conocido; era hermosa, única, lo dominó. Él no podía sacarla de su cabeza y ella no parecía querer salir. Era una idea fuerte, colorida y luminosa. Conforme pasaba el tiempo, él y su idea se entendían a la perfección. Habían afinado detalles, trabajaban juntos, convivían. Hasta que un día la idea empezó a parecer demasiado real, se empezó a concretar y su pequeña cabeza sintió que, si su idea se convertía en realidad, ahora no tendría cómo llenar esa sensación hermosa de tener una idea, y el miedo lo detuvo. Fue entonces cuando lo decidió. Planeó todo detalladamente, tenía un paso a paso rayado en una hoja de papel manchada de jugo de uva, en la caligrafía temblorosa e irregular de un lápiz color verde. Paso uno: caminar juntos hasta la entrada del Bosque de las Ideas Libres. Paso dos: darle un discurso creíble, fríamente elaborado, que cubriera con siete cobijas de seguridad a su miedo para que no se notara. Paso tres: dejar ir a su idea. Si bien es cierto que igualmente se quedaría sin ella y la extrañaría, él estaría satisfecho con saber que su idea seguiría siendo solamente eso: una idea. La despedida fue dura e injusta —como todas las despedidas—. Se abrazaron muy fuerte y, cuando se soltaron, no hicieron contacto visual. Se dieron la espalda y, destrozados, se alejaron en direcciones opuestas. “Nos volveremos a ver”. Fue la última línea del discurso. Él, aunque no se arrepentía de abandonar a su Idea, la extrañaba con fuerza, con esa fuerza que perfora el estómago y hace suspirar. Sabía que era lo mejor para él; necesitaba crecer, necesitaba extrañarla y recordarla tal como la conoció. Tiempo después, cuando creció, creyó que era el momento adecuado para recuperar aquella vieja idea y, después de pensarlo mucho, decidió tomar una hoja, sus lápices de color y un jugo de uva. Cuando regresó al bosque, la llamó: —Hola —le dijo ella. —No la veo —respondió él, restregándose los ojos con los puños cerrados. —No puedes verme, he cambiado, ahora soy gigante y borrosa. —¿Nunca voy a poder verla de nuevo? —No como antes. Intercambiaron un par de líneas más y se despidieron, pero antes de irse él volvió a preguntar: —¿Si crezco lo suficiente, será posible recuperarla? —dejó toda su esperanza entre signos de interrogación. —La verdad es que nunca lo sabremos. Aquel día el niño regresó a su casa sin su Idea. Estaba triste, desesperanzado y nostálgico. Mientras crecía, comenzó a aceptar que las ideas van y vienen, que crecen, cambian y evolucionan y que hacerlas realidad es una tarea terrorífica pero gratificante.

Sobre este cuento

Título: El Bosque de las Ideas Libres.

Autor(a): Edgardo Sibajaraya.

Estilo(s): Realismo Mágico. *

Estilo narrativo: Tercera persona. *

Personajes: . *

Ambiente: Bosque de las Ideas Libres. *

Sinopsis: Un niño se enfrenta a la difícil decisión de abandonar una idea que ama para poder crecer. *

Tema principal: Crecimiento personal y la evolución de las ideas. *

Punto de giro: El niño regresa al bosque para recuperar su idea y descubre que ha cambiado. *

Mensaje o moraleja: Las ideas evolucionan con nosotros y dejarlas ir es parte del crecimiento; enfrentarlas y realizarlas puede ser desafiante pero gratificante. *

Sentimientos: ilusión nostalgia tristeza

* Información generada parcialmente con herramientas de inteligencia artificial.


Cuentos que comparten esos sentimientos

Sabía que era suyo
Una mujer redescubre un amor del pasado a través de un libro, enfrentando el colapso de su matrimonio infeliz
nostalgia ilusión tristeza Leer el cuento
El pasado se tilda
Liz, tras años de escribir cuentos, decide compartir su colección con su amigo Jorge, enfrentando sus miedos y recibiendo una cálida respuesta
nostalgia valentía amor Leer el cuento
Reencuentro Tercero y Último
Dos personas se despiden en su última noche juntos antes de que ella se case
nostalgia tristeza resignación Leer el cuento

Comentar

Formulario de comentario

Comentarios

0 comentarios en este cuento